¿Dueños de nuestras propias decisiones?
Mañana es 23 de abril, día de Sant Jordi (San Jorge) y día internacional del libro. Fue decretado así porque un 23 de abril fallecía Cervantes y Shakespeare y Garcilaso de la Vega y otros escritores. Y también un 23 de abril nacieron otros tantos. Así que en la Conferencia general de la UNESCO les dio por escoger este día para conmemorar la fiesta de los autores y de los libros. Y eso se remonta nada menos que a 1926, año en el que por cierto nació mi padre, con lo que este año cumplirá 90 años. Probablemente este dato no genere el menor interés, incluso no “viene a cuento” pero, ya que estamos de celebraciones, no sé por qué yo no me iba permitir celebrar la de un señor tan querido y cercano a mí, en mi propia entrada. ¡Va por usted, padre!
Aquí, en Catalunya, tenemos la tradicional fiesta del libro y la rosa. Y lo celebramos por todo lo alto. Los enamorados, o no, se intercambian rosas por libros y libros por rosas, todo, eso sí, bajo el más estricto libre albedrío.
Casi era predecible que el cuento de esta semana en cuentoadictos fuera relacionado con esta temática de Sant Jordi, el dragón y las rosas, pero ya que sigo con mi recién estrenada rebeldía haciendo alarde de mi libre albedrío, me tomo la libertad de transgredir esa costumbre y compartiros un cuento de un gran poeta, escritor y dramaturgo irlandés, Oscar Fingal O’Flahertie Wills Wilde (1854-1900 No! El día de su muerte no era 23 de abril), Oscar Wilde para abreviar, que acabó sus días en París bajo el sobrenombre de Sebastian Melmoth, después de su paso por prisión.
¿Por qué escogerlo para esta semana? Primeramente porque Oscar Wilde fue un excelente narrador, capaz de improvisar cuentos de principio a fin en una reunión de amigos. Porque el cuento escogido tiene ese toque “perverso” que me cautiva. Porque el lunes 25 de abril mi compañera y narradora Helena Cuesta y yo realizamos una sesión de cuentos perversos y este cuento podría bien incluirse en la misma. Pero principalmente porque me ha salido del albedrío ponerlo ahora.
El cuento se titula La ilusión del libre albedrío y lo podréis encontrar dentro del libro El arte de conversar, de la editorial Atalanta.
Cuentan las lenguas, no sabemos si malas o o buenas, que el creador nos dio el libre albedrío para que pudiéramos tomar nuestras propias decisiones y que por ello fuimos envidiados por los ángeles, que no tenían ese don. Un don que tiene cruz en su moneda, como todo en la vida, una gracia que puede trastocarse en maldición.
El debate que os planteo es (dejando a parte las manipulaciones político-económicas, de consumo, etc.) si somos realmente dueños de nuestras propias decisiones. ¿Obedecemos un plan marcado? ¿Matrix, destino o libertad?… O tal vez os apetezca seguir vuestro libre albedrío y escribir cualquier comentario sobre el cuento o sobre lo que se os ocurra. Sea como sea, os leo con interés.
LA ILUSIÓN DEL LIBRE ALBEDRÍO
Érase una vez un imán que vivía cerca de unas limaduras de acero. Un día, algunas de las limaduras más pequeñas sintieron una repentina necesidad de visitar al imán. Sin embargo, ya que las limaduras adultas eran realmente muy estrictas, las pequeñas no tenían permiso para salir por su cuenta. Así que trataron de convencer a las limaduras adultas para que las acompañasen a visitar al imán.
Al escuchar su plan, los adultos se emocionaron tanto que llamaron a todos los amigos y parientes que vivían en el barrio vecino, y, reunidos por fin, comenzaron a discutir sobre cuándo exactamente deberían ir. Las limaduras más pequeñas, que para entonces estaban ya muy impacientes, protestaron:
– ¿Por qué no vamos hoy?
Pero algunos de los más indolentes y viejos opinaban que era mejor esperar hasta la mañana siguiente.
Sin darse cuenta, mientras conversaban sin parar, se habían puesto cada vez más cerca del imán. Mientras seguían con la discusión sobre el momento de emprender su largo y arduo viaje, se aproximaban más y más. El imán, que llevaba ya un rato observándolas, yacía en su sitio sin moverse, fingiendo que no se daba cuenta de que estaban allí.
Y cuanto más discutían la cuestión, más crecía en las limaduras el deseo de visitar al imán, hasta que las más pequeñas, que para entonces consideraban que su espera había sido suficiente, declararon que se iban. Para su asombro, la más vieja de las limaduras estuvo de acuerdo. E incluso se le oyó decir que era su deber visitar al imán de inmediato.
Así que finalmente prevalecieron las limaduras más pequeñas, y todas exclamaron en voz alta:
– ¡No hay que por qué esperar! ¡Iremos hoy! ¡Iremos ahora! ¡Iremos de inmediato!
Así, formando un solo cuerpo, todas las limaduras cruzaron el aire volando y en menos de un segundo se adhirieron fuertemente a cada lado del imán.
Una sonrisa iluminó entonces el rostro del imán, que comenzó a reírse por lo bajo, para sí mismo. Y es que incluso ahora que se hallaban pegadas a su cuerpo con tanta fuerza que les era imposible moverse, las limaduras le dejaban entender por su conversación que seguían considerando aquella visita un producto de su libre albedrío.
Yo pienso que solo hay libre albedrio sobre aquello que no nos “atrae”; lo podemos mirar, analizar, sopesar, escudriñar, valorar…..y finalmente decidir si si o si no, si hacemos esto o aquello, si lo queremos o no………..Pero para lo que nos “atrae”, para lo que verdaderamente nos atrae……….no hay decision, no hay pensamiento, no hay analisis. La ceguera se instala en nosotros y como las limaduras de hierro vamos hacia el imán no teniendo claro como, cuando y donde tomamos la decision de ir aunque creemos que si lo hicimos.
Gracias Alicia! No sé, no sé… tal vez incluso cuando no nos atrae. Si no nos atrae igual no tenemos que tomar ninguna decisión…
Qué pequeño cuento tan significativo…. la verdad es que el tema del libre albedrío está lejos de ser sencillo o de poder resolverse en un comentario…. Se entienda como se entienda, estoy convencida de que si hay algo de lo que no nos libramos es de las consecuencias de nuestras decisiones. Tomadas con más o menos libertad, buenas o malas, con conocimiento o sin, con intención o por descuido….. todo trae sus consecuencias (mejores o peores a su vez)… Y sobre ellas sí que no podemos disponer ni decidir….
Gracias Déborah! Decisiones o no y sus consecuencias, lo importante es saber que tenemos en ellas nuestra parte de responsabilidad y asumirla 😉
“Libre albedrío”. La expresión está cargada de connnotaciones. “Libertad”, más aun; y son palabras mayores con las que hoy no me atrevo. “Decisión”, es más de andar por casa o por el camino. Y sí, claro que tomamos decisiones. El arte (como decía Gracían) radica en elegir bien. Pero elegir o decidir qué sendero ante la encrucijada poco tiene que ver con la libertad. Libertad para morir por la vida (parafraseando a don Quijote). El libre albedrío lo ejerce el actor al elegir su mejor representación posible en este teatro que es el mundo. De momento, estoy con Wilde: el cazador, cazado.
Gracias Carmen. Como siempre, un lujo tus comentarios. 🙂
Yo, despues de decir q me ha encantado el relato, opino q no lo hay, no existe, por lo menos eso creo yo, jamás si hubiera tenido y ejercido dicho albedrio, habria dado pasos q jamas pense dar, asi q, creo q me considero una pequeña liamadura, q creia q tenia el libre albedrio de visitar al iman.
Besoss
Gracias por tu comentario Pepa. Jajaja!
A VUELTAS CON LA LIBERTAD
Estoy releyendo La Libertad Primera y Última. Atención al título: la libertad se estrena una vez y prou.
Me desdigo (del comentario del dia de Cervantes) para decir: yo me he jugado la vida una vez, el único instante de mi vida en el que me he sentido LIBRE. Y prou. No va más. La banca siempre gana.
Si recuerdo ese momento (un nanosegundo, un pop!) me doy por satisfecha y reconciliada con la vida. No es necesario repetir lo que ya se ha vivido en carne.
PD: Prometo continuidad.JAJAAAAAAAAAAAAAA!!!
Déborah, qué luz.
Lo prometido…
Una vez me preguntaron (soy profesora) _¿Qué es la libertad? _Y contesté y contesté y contesté.
Cuando hube acabado, pregunté: _¿Qué me habías preguntado?
jajajaja!
Hola, ya voy entrando…….
Sobre el libre albedrio, yo diría que tanto en el cuento como en nuestra sociedad, en muchas ocasiones nos parece que tomamos nuestras propias decisiones y que nada ni nadie nos influye en la esencia de lo que queremos……., aunque en realidad siento que hay una manipulación encubierta tan sutil en el entramado social, familiar, laboral, incluso me atrevería a decir, sentimental intimo……, que nos influye de tal manera a nivel “inconsciente” que nos dejamos llevar y decidir lo que se espera de nosotros aunque “nos digamos ” a nosotros mismos y al mundo que es nuestra decisión firme y meditada.
Ahora eso sí, cuando realmente estamos conectados con nosotros mismos desde nuestro interior profundo, si somos capaces de decidir desde nuestra esencia y a veces nos parecen decisiones extrañas, aun sabiendo que son las verdaderas……., después salimos de la conexión porque volvemos al mundo……. y lo que era tan claro, se vuelve confuso y dudoso……., ¿QUE ACABAMOS DECIDIENDO?…….
Un abrazo
Gracias Mar. Como todo, nada es blanco ni negro sino una gran gama de grises. Ni si, ni no, ni todo lo contrario… jajaja