La historia el santón torpe
Soberbia. Del latín superbia.
La RAE la define como altivez y apetito desordenado de ser preferido a otros. La satisfacción y envanecimiento por la contemplación de las propias prendas con menosprecio de los demás.
Personalmente me ha costado mucho percibir mi propia soberbia. Creo que, en general, solemos disfrazar nuestras inseguridades para que los otros no las perciban, así que compensamos las propias limitaciones mostrándonos en la otra polaridad. A fuerza de vivir esa otra polaridad queda instalada como característica indiscutible de nuestro comportamiento, aunque en nuestro fuero interno sabemos que solo es fachada.
Últimamente estoy poniendo mucha atención en los cuatro dedos que me apuntan a mí cuando señalo a otros. Y de esa observación he empezado a detectar en mí esa superbia que los demás tan claramente han visto siempre. Dicen que ser capaz de ver, de poner consciencia, es el primer paso para el cambio…
Ilustrando este concepto he seleccionado para la sección de cuentoadictos de esta semana un cuento de tradición hindú llamado “La historia del santón torpe”. Lo podéis encontrar en el libro “Los mejores cuentos de las tradiciones de Oriente (Para aprender a vivir)”. Una recopilación de cuentos orientales recogida por Sebastián Vázquez y Ramiro Calle. De la editorial EDAF.
Y como cinéfila, os recomiendo la película “Sabiduría garantizada”, que data del año 2000, realizada por la directora alemana Doris Dörrie. Trailer en alemán
Como ya viene siendo costumbre, me encantará que me dejéis vuestros comentarios, opiniones, desagrados, sensaciones… Es un lujo poder leerlos y enriquecernos todos de las diferentes formas de ver las cosas, los diferentes aprendizajes, los distintos “darnos cuenta” de cada lector. Os agradezco vuestras aportaciones.
LA HISTORIA DEL SANTÓN TORPE
Cuento tradicional hindú
Un monje de gran devoción e instruido cruzaba una vez en barca un río cuando, al pasar cerca de un pequeño islote, oyó la voz de un hombre que muy torpemente intentaba pronunciar un mantra. En su interior no pudo por menos que entristecerse.
¿Cómo era posible que alguien recitara tan mal aquellos mantras? Pensó que tal vez aquel hombre ignorase que los mantras debían recitarse con la entonación adecuada, con la respiración acompasada, el ritmo y la musicalidad precisa, con la pronunciación perfecta y clara.
Decidió entonces ser generoso, así que se desvió hasta el islote para instruir a aquel desdichado sobre la importancia de la correcta recitación de los mantras, ya que no en vano él era un consumado especialista. Cuando arribó, pudo ver a un viejo santón de aspecto andrajoso. El monje, con serena paciencia, dedicó algunas horas a instruir minuciosamente al viejo sobre el modo preciso de entonar los mantras. Cuando entendió que aquel individuo por fin sería capaz de recitar los mantras con cierta solvencia, se despidió de él y montó en su barca, no sin antes decirle:
– Y recuerda, buen amigo, estos mantras son tan poderosos que su correcta ejecución dicen que permite a un hombre caminar sobre las aguas.
El monje empezó a remar, pero cuando apenas llevaba recorridos unos metros, oyó la voz del viejo santón recitando los mantras aún peor que antes.
– ¡Qué pena! –se dijo a sí mismo-, hay personas a las que su torpeza les impide aprender nada.
– ¡Eh, monje! –escuchó a su espalda.
Al volverse, el monje observó atónito cómo el santón, caminando sobre las aguas, se acercaba a su barca para preguntarle:
– Noble monje, he olvidado ya tus instrucciones sobre el modo correcto de recitar los mantras. ¿Serás tan amable de repetírmelo de nuevo?
Soberbia
Hola Carmen, gracias por compartir tus darte cuenta y este cuento. A mi también me costó reconocer mi soberbia, estaba tan escondida, para mi claro. Reconocer esa parte nuestra que no nos gusta cuesta y a veces resulta desagradable, para mi fue como si me dieran una bofetada. Un abrazo.
Gracias Montserrat, por compartir tus impresiones. Ahi andamos muchas, en el camino de reconocer las máscaras con las que nos ocultamos. Un abrazo.
¡Qué pesados somos con las formas, cuando los esencial está en el fondo, en la fe, el entusiasmo y la pasión que se pone en las cosa que en caso contrarios no deja de ser una cantinela.
Gracias Carmen por este cuento.
Maite, muchas gracias a tí por tu comentario. ¡Qué acertado!
Gracias Maite por tu frase. Hoy viene como anillo al dedo.
Hay personas que son torpes en las formas: ” coja en las formas” las llamo yo.
Sin embargo la sinceridad y transparencia de su interior les lleva a ser leales y honestos aunque esto les acarree perjuicios .
La transparencia suele ir reñida con ” aparentar”; la honestidad suele ir reñida con ” mostrar hacia fuera lo que no se es por dentro”.
Por suerte hay personas que las aceptan tal como son : “cojas en las formas” , quieren el fondo y perdonan las formas.Les ayudan a no agravar su cojera, les ayudan a suavizarla
Otras personas, sin embargo, les reclaman andar con garbo y soltura .
Gracias Carmen por este blog.
Ciertamente Pilar, qué generosa tu aportación. querer el fondo y perdonar las formas. Gracias a ti por tus comentarios. Un abrazo.